Al traducir y publicar en 1969 la primera versión al español de Vathek, Guillermo Carnero dio una temprana prueba de su interés por lo que él mismo llamó, en un libro incluido en esta web en el apartado de Ensayos, La cara oscura del Siglo de las Luces. Un extenso prólogo sitúa la obra de Beckford en el ámbito de los orígenes dieciochescos del Romanticismo, entre las novelas de Juan Jacobo Rousseau, Horacio Walpole, Clara Reeve, Ann Radcliffe y Matthew Gregory Lewis, los “jardines ingleses”, la poesía de la naturaleza, la noche, las ruinas y los sepulcros, la reivindicación del teatro de Shakespeare. Entre las corrientes de la crítica dieciochesca de la religión y de la Iglesia se detiene especialmente en la teosofía, supuesta heredera de un saber milenario fundado por Zoroastro, Orfeo, Hermes Trismegisto y Moisés, y cuyos continuadores en el XVIII fueron Johann-Caspar Lavater, Alessandro di Cagliostro y Louis-Claude de Saint-Martin.
William Beckford, nacido en 1760 en Londres, escribió Vathek en francés, aunque la versión inglesa, obra de Samuel Henley, apareció unos meses antes, ambas en 1786. La obra, escribe Guillermo Carnero, es al mismo tiempo una novela gótica, una manifestación de exotismo oriental y un tratado iniciático; acoge personajes sanguinarios, audaces y melancólicos y espíritus y fuerzas del otro mundo, y da cabida a aventuras insólitas, acontecimientos inexplicables, episodios y objetos mágicos. “Los malvados héroes de Beckford – sigue – llevan con seductor encanto su maldad”, dentro de la exaltación de las pasiones desenfrenadas. Carnero dedica unas páginas al estudio de las fuentes de Beckford, en los ámbitos del orientalismo, de las doctrinas iniciáticas y teosóficas y de la masonería, para concluir que, sin llegar a ser un verdadero iniciado, “la teosofía interesó a Beckford en tanto que gimnasia de la fantasía y procedimiento de excitación erótica”. Trata asimismo de la continuación de Vathek en los llamados Episodios, que no fueron publicados hasta el siglo XX, y del resto de la obra de Beckford, destacadamente los libros de viajes; y traduce, antes del texto de Vathek, el prólogo de Stéphane Mallarmé a la edición de 1876. Añade una breve nota sobre la dificultad de traducir el original de Beckford, cuya escritura, en sus propias palabras, no es muy brillante: el vocabulario es reducido, la puntuación torpe, impropio el uso de los tiempos verbales.
William Beckford, Vathek, cuento árabe. Con un prólogo de Stéphane Mallarmé. Barcelona, Seix-Barral, 1969. 2ª ed., prólogo de Jorge Luis Borges, Madrid, Siruela, 1984.
El poeta checo Vladimir Holan (1905 – 1980) formó parte de una generación innovadora y brillante de las letras de su país, comparable a la española del 27. A ella perteneció también Jaroslav Seifert, el cual, al recibir el Premio Nobel en 1984, consideró que se le otorgaba como su representante, ya que “otros lo merecieron” también. Al decir esto pensaba sobre todo en Holan, presente de este modo en sus propios versos: “En esta maldita cárcel que es Bohemia/ tiraba con desprecio sus poemas/ como trozos de carne ensangrentada./ Pero los pájaros tenían miedo…”
Holan se interesó por la poesía de Luis de Góngora, sin duda en la línea de reivindicación vanguardista del Barroco que había singularizado a los poetas españoles del 27; vivió en el exilio interior en Praga durante la ocupación soviética. Una noche con Hamlet puede leerse como un aprendizaje del dolor mezclado con “la ternura y la suavidad de la violencia”, que le obliga a trazar una enciclopedia del amor, en la que lo real coincide con lo metafísico. La Ilíada, Shakespeare, Marlowe, Góngora y Eliot laten en su fondo, y Lope de Vega también: un Lope directamente aludido en su relación con Elena Osorio, y que es usado por Holan como correlato objetivo.
La traducción española que emprendió Guillermo Carnero contó con la colaboración imprescindible del hispanista checo Josef Forbelsky, a quien Carnero quiso objetivamente ceder desde el primer momento todo protagonismo, definiéndose a sí mismo como mero “revisor” del texto.
Vladimir Holan, Una noche con Hamlet y otros poemas, en colaboración con Josef Forbelsky. Barcelona, Seix-Barral, 1970.
En 1971 apareció esta traducción, cuya peculiaridad es llevar mal escrito, en cubierta aunque no en portada, el nombre del autor. Carnero escribió en el texto de contracubierta este resumen de la obra:
«Espírita es la historia de unos amores de ultratumba. Guy de Malivert, un dandy desencantado del mundo, sumergido en una vida muelle y aquejado de aguda melancolía, mantiene relaciones amorosas con una dame à la mode. Pero el alma de una joven, muerta de amor por él, se interpone entre los dos haciendo manifiestos sus designios por medio de un iniciado: el barón de Feroë. En sus noches de delirio, la mano de Guy, guiada por un impulso sobrenatural, escribe la trágica historia de la joven, que además le informa de lo que es el otro mundo. La muerte de Guy, a manos de unos bandidos griegos, le permitirá ir a unirse con su amada Espírita en su mundo de ultratumba. Publicada en 1866, siete años antes de la muerte de su autor, Espírita está considerada como una obra maestra en su género, y una de las mejores obras de Gautier.»
Carnero antepuso a su traducción un prólogo sobre la continuidad de la literatura fantástica en la transición entre el siglo XVIII y el XIX. Parte del agotamiento de la fórmula (lo maravilloso sobrenatural terrorífico) que había inaugurado El castillo de Ótranto de Horace Walpole, en cuyo lugar apareció, con E. T. A. Hoffmann, una alternativa que resume así:
«La tierra prometida de los cultivadores de lo maravilloso debe ser no el otro mundo de [Clara] Reeve o [Anne] Radcliffe, ni el pasado folklórico y documental de Walter Scott, sino la mente humana con sus obsesiones, sus premoniciones y sus oscuras percepciones más allá de los sentidos, sus malformaciones, desarreglos y delirios.»
El aliciente de Hoffmann, sigue, está en situar lo maravilloso (“lo fantástico-psicológico”) en la vida cotidiana y el tiempo presente de los lectores de 1830, un paso en favor de la credibilidad y el asentimiento al que seguirá lo maravilloso razonable, una enrevesada trama de acontecimientos verosímiles y hasta cotidianos, a los que atribuyen los seres humanos carácter de irrealidad por darles explicaciones sobrenaturales o irracionales; recurso distintivo de Poe y piedra angular de la novela policiaca hasta nuestros días.
Carnero rastrea en Swedenborg la idea, asumida y utilizada por Gautier, de la predeterminación mutua de parejas de hombre y mujer, almas nacidas la una para la otra y destinadas a un matrimonio que, cuando no ha podido contraerse en vida lo es post mortem, caso este de Spirite.
Théophile Gautier. Espírita. Barcelona, EDHASA, 1971.